le mortecina. Conscientes los usufructuarios de aquella incierta aventura de que su pacto suponía una inversión para el futuro, o hablaban de ese futuro o se arriesgaban a vivir las sorpresas que les deparaba el presente, como situación inédita e innovadora. Entregandose a esta segunda alternativa, el noviazgo perdía su enaltecido cariz de «zona templada», presidida por la gradación y la cautela necesarias para esquivar las amenazas del juego resbaladizo del amor. El amor empieza a carecer de su zona
USO:202.18
ENTREGAR.2a - (Fig.) Dejar(se) dominar [por un determiando estado o sentimiento]