sintiendo más desesperanzado cualquier intento en contra, cualquier pronunciamie sedicioso, cualquier insurrección del alma toda que temerariamente arroje en un único golpe la entera guarnición contra la férrea raya que reparte a uno y otro costado sombra y luz. Allí se estrellará. ¡Pero yo os digo que no os entreguéis! Sino, por el contrario, a semejanza de aquel bravo e indómito doncel de El triunfo de la muerte, juntad, tensad, alzad todas las fuerzas de la desesperación y,