. Luego, algo más tranquila, se puso a repasar con aparente parsimonia los libros de la estantería, al tiempo que torcía claramente el gesto. También curioseó en los papeles de la mesa y descubrió la carta a Francesca. --Perdona, no sabía que estabas trabajando. --No trabajaba, Adriana. Sólo escribía una carta, una carta a Italia, una carta a... una amiga. --¡Italia, Italia, siempre Italia! --añadió ella en seguida enfurecida