que para él, en aquella noche, las imágenes de los dos ángeles se fundían; sucedía que Francesca era Betina. Escribía, continuaba la carta con la sensación de que era a Betina a quien verdaderamente le escribía. Pero se equivocaba. ¿Cómo confundir dos historias tan diferentes? Probó a que el lago y la lluvia y el ángel de aquella noche se fundieran con el lago, la lluvia y el ángel de otras noches en Italia. «Fue sin duda el