Texto contextualizado: |
, el portazo desatento de algún gamberro ha bloqueado momentáneamente el ascensor entre dos pisos y cuando el dispositivo se pone de nuevo en marcha nuestro héroe se enjuga pausadamente el sudor: alguien, un alma oportuna y caritativa, debe de haber reajustado entre tanto la manija culpable de tan triste y aciaga interrupción. Tras asegurarse en el espejo de la absoluta normalidad de su aspecto, abandonará su breve prisión, cruzará el vestibulo, pulsará el botón de la puerta y cederá cortésmente el |
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