objeto constante de Mi solicitud y protección. Su gorro de mariscal, el pecho cubierto de condecoraciones flamígeras, sus rígidos mostachos rizados, ocultan una remansada ternura, una indulgencia contigua al amor. Es usted tan sencillo, tan humano, murmuras. Y él: no creas en las leyendas forjadas por mis adversarios; ¡si supieras cuánto he sufrido!; ¡no hay peor soledad que la de quien ejerce el poder! Una lágrima discurre furtiva por su rugosa mejilla cuando te