policías con uniformes de la KGB o la Brigada Político-Social y algunos sujetos de paisano, hoscos y atareados. A veces, se asoman por la puerta y te contemplan fijamente, como si quisieran identificarte. Sí, es él, murmura uno de ellos. Alguien ha puesto un banquillo de madera adosado a la pared y uno de los policías tropieza contigo y, vivamente enojado, tú, quitate de ahí en medio, ¿no ves que estás estorbando?, te