de que está, como quince o veinte minutos antes, tumbado en el diván de su habitación. La culpa la tienen sin duda los dichosos garbanzos. Entre bostezos, borborigmos y eructos, toma la bizarra decisión de incorporarse, lavarse la cara, orinar, cepillarse los dientes. Como medida de precaución, antes de salir a estirar las piernas, disolverá en un vaso de agua media cucharada de bicarbonato. TRAS LAS HUELLAS DE CHARLES LUTWIDGE DODGSON Las dos gemelitas duermen