su elección, pero al hacerlo queda automáticamente impedido de comprender la totalidad. Y, cuando abordamos una cuestión general, como «¿Qué es el lenguaje?», debemos tener en cuenta la totalidad. Más precisamente, como afirma Givón (1979, pp. 3-4), el lenguaje humano no puede entenderse cabalmente a menos que se tenga en cuenta y se interrelacione los siguientes «parámetros»: a) el contenido proposicional (o sea, en nuestros términos,