amor y la vida iban a ser mucho más fuertes que sus ideales y que acabarían constituyendo el revulsivo que lo transformarían totalmente. La fertilísima cultura italiana, el amor hacia Francesca y, sobre todo, la enfermedad de ésta, habían destrozado su ideario, habían deshecho su vida como probablemente estaban a punto de deshacerse las de aquellos otros tres contertulios que en un apartado balneario olvidaban y esperaban; esperaban para sus vidas una armonía y un equilibrio definitivos. Fuera, en la