lleno de gente, no permitía precisamente la comunicación, la intimidad. Jano seguía su marcha por el camino y todavía se sentía herido por la rota melodía de la noche anterior y por aquel rostro, de barba ya canosa, que dormía cargado de pesadumbre y de paz al mismo tiempo. La historia del pasado de Peter --contada a grandes rasgos, pero con detalles que ponían los pelos de punta-- le hizo comprender definitivamente la dimensión de aquel hombre que, renunciando a
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DORMIR.1 - (Hacer) Entrar en un estado de reposo y suspensión de la conciencia