el papel que el Arte debía o no debía cumplir en nuestros días. Levantaron las voces y ninguno de los dos estaba dispuesto a mantener un diálogo flexible. El guarda no tardó mucho tiempo en levantarse y, sigilosamente, se marchó silbando una cancioncilla. Aumentó entonces el tono de la discusión --en medio del estupor de Jano y de Betina-- hasta que Adriana, levantandose bruscamente le dio la espalda al grupo y echó a andar en dirección a la senda que