aparente-- pareció volver al edificio y a sus habitantes. Peter, Jano, Adriana, Marescu, Betina, sus padres, se sentaron a las nueve en punto para cenar en torno a una de las mesas grandes del comedor. Ardía el fuego en la chimenea y sobre los cristales de las ventanas caían gruesas gotas de lluvia. La lluvia que parecía haber serenado los ánimos de todos. Cada uno de ellos sonreía con los temas de la conversación y, al mismo tiempo