mordisco con total serenidad y lo tragaba. Después hacía lo mismo con los otros dedos y con los brazos y las piernas, lo que quería era comerse a sí mismo por completo. Yo abría la ventanilla del ascensor y le gritaba que no siguiera, que ahora podía escapar, pero él había empezado ya a comerse su propio vientre y no podía o no quería oírme. Me he despertado con gran sobresalto, el corazón me latía muy rápido. Después he