El viejo sonríe: «¡Bravo, buen muchacho! Equivocado, porque ser abogado da buenos dineros, pero buen muchacho. Podador antes que enredaleyes, ¡bravo!... ¡Abogados, la plaga de los pobres!... » Alarga la mano hacia el hacha: -Deme eso. Subyugado por la entonación, el joven le entrega la herramienta y el viejo va hacia el árbol. El muchacho teme que ese anciano pueda caerse, pero le ve escalar los peldaños