baja lo que la abuela decía cuando llevaba alguna ficha a seguro o la metía en casa. Se marcharon a eso de las nueve y Miguel comentó que aquel niño parecía bobo, siempre pestañeando y repitiendolo todo, pero la abuela replicó que no debía burlarse de los enfermos. El pobrecito Agustín era un niño con problemas, él no tenía la culpa de haber nacido así. Le estaban dando clases en un colegio especial y, cuando terminara sus estudios, sería casi