nada. La primera vez se llevó seis botellas de su vino preferido, que era de un año de cosecha muy corta. Días después, cogió una radio y varios cacharros de cocina. Mercedes intentó hablarle, pero él le recomendó que desistiera, no iba a conseguir convencerle de nada. Esa misma semana volvió aún en otra ocasión, para llevarse su retrato del dormitorio grande. La abuela, cuando le vio entrar, lanzó un grito agudo, se ocultó