¡No se le ocurra dar ni un paso más! ¡Le dije que no quería volver a verle en mi casa! Fue un momento de gran tensión. Fagin esbozó un breve gesto de indignación, pero se contuvo y reaccionó con una parsimonia cortés e insolente. «Buenas tardes, caballeros», dijo con un tono levemente irónico, como queriendo insinuar que todos los presentes eran caballeros excepto el abuelo. Mientras se dirigía hacia la puerta principal, sus pasos resonaron