tristes. Pero ahora Miguel debía dormir si quería curarse cuanto antes. ¿Sabía decir sus oraciones él solito, o tal vez no había aprendido todavía a hablar? ¿Se le había comido la lengua el gato? El niño negó con la cabeza y bajó la vista sonriendo. Por las noches sudaba mucho y algunas veces se despertaba tosiendo. Otras veces tosía dentro del sueño y entonces el sueño se convertía en pesadilla. Por la mañana era distinto, porque tosía menos