nombre, que no lustre. Paseme el mapa de carreteras Localizamos el pueblo en el mapa y calculamos que nos llevaría tres horas plantarnos allá, si la autopista no estaba colapsada. --Pues, ¡en marcha! --grité sintiendome remozado. Era de cajón que la Emilia tenía que acompañarnos, ya que el coche era suyo y sólo ella sabía conducir y estaba licenciada para hacerlo y que, por consiguiente, Cándida tenía que quedarse al cuidado