selo que la ubicásemos sin esfuerzo. Estaba abrazada a un árbol y tiritaba de los pies a la cabeza. Le preguntamos que qué le había ocurrido. --Nada --dijo--, no ha sido nada. --¿Por qué has gritado? --le dije. Tardó un rato en contestar. --Una tontería --dijo al fin--. Me ha parecido ver gente entre la niebla. --¿Excursionistas? --No...