cómo el abuelo pasaba de largo fingiendo no verla. Una noche, el niño sintió desde la cama los pasos vacilantes del abuelo recorriendo sin dirección concreta toda la casa. Después oyó sus blasfemias y oyó los golpes y patadas que descargaba contra puertas y paredes. --¿Sabes que mi abuelo es príncipe? --le preguntó una tarde a Agus y, como vio que éste hacía una mueca de incredulidad, añadió concluyente--: ¡Lo es! --¿Y por