distraerse. (Ríe.) A mi me queda... ésta. Y a ti. Oigamos la belleza. (Pone en marcha su aparato: Rosamunda. Unos segundos de música.) NÉSTOR.- ¡No! (Alarga el brazo y apaga el magnetófono.) No. Yo no me resignaré a oír música solamente. ¡Tenemos que acabar un día con todos esos horrores! DIONISIO.- ¿De qué modo? NÉSTOR.- Terminando [ con la