la inmensos recursos de propaganda en apoyo de la medida. Los medios de comunicación, unos por convicción y otros por temor a ser también estatificados, se unieron al coro oficial o guardaron un discreto silencio. Los dirigentes de la burocracia sindical movilizaron también a los trabajadores. Pero lo verdaderamente indicativo del estado de la moral pública fue la reacción de los grupos independientes: los banqueros y los empresarios protestaron con timidez; los partidos de izquierda y sus intelectuales, aplaudieron con entusiasmo.