Vinieron luego días confusos, de soñar cuando dormía y cuando despertaba. A cada rato me creía realmente despierto y confiaba en que se disiparían del todo esos sueños, tan molestos por lo persistentes. Muy pronto llegaba el desengaño, tal vez porque hechos reales, difíciles de admitir y que me preocupaban, provocaron (con la fiebre, que también era real) nuevos delirios. Para que todo fuera angustiosamente incierto, no reconocí el cuarto en que me encontraba. Una mujer,
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DORMIR.1 - (Hacer) Entrar en un estado de reposo y suspensión de la conciencia