selo juegos con la amenaza constante de lluvia o la lluvia arreciando de pronto, y nosotros corriendo por el jardín hasta el porche trasero porque no nos dejaban entrar en casa: «Está templado y hay que estar fuera hasta que empiece a oscurecer», nos decían... Se dio cuenta que también él hablaba para sí mismo, y que un estímulo ajeno a él, la presencia de Genoveva, le impelía a hacerlo. «Es más fácil contar la propia vida