, un argumento, un consuelo para borrar las lágrimas. --No te pongas así. Tienes setiembre... --fue todo lo que se le ocurrió decir. Pero el amigo no volvía la cabeza. Seguía llorando y su espalda se movía rítmicamente en pequeñas convulsiones. «Casi no cabe en la cama --pensó David--. Es muy largo.» Una perturbadora imagen de Javier muerto, Javier extendido en un ataúd, le acongojó. Recordó que nunca le había visto enfermo