de una presencia cercana, y entonces ella lo había apartado con un leve empujón y él se había retirado temiendo una bofetada, así es como ellas solían reaccionar cuando algo no les gustaba, y bofetada no, pero Raquel se había marchado caminando despacio, adornada de cierta dignidad. Una dignidad traicionada por él, que se había comprometido con los otros a representar una escena para que ellos la contemplaran escondidos y en silencio. Ahora el juego había terminado y los amigos estarían satisfechos