enviaron a Croacia y allí la entregaron a los ustachis... No se volvió a saber más. Ahora Hortensia se niega a imaginarla entre los verdugos. Prefiere la pianista con metralleta: el matorral ardiendo, como él ha dicho... Repara de pronto en el vaso de vino todavía medio lleno y se entristece. Antes de sufrir la hemorragia, ¡ qué pronto apuraba su vasito! Como si ya hubiese aprendido a adivinarla, el hombre se bebe el vino de un trago