me quedaba solo!... Hay algo más, Hortensia, para no estar solo; hay algo más... » El viejo aguarda un poco y luego retrocede por el pasillo sin advertir que el hijo, desde su puerta, le ve regresar a la alcobita. Sólo entonces, sonriendo compasivo, se mete Renato despacio en su cama para no despertar a Andrea ni contagiarle así su tristeza. Junto al niño susurra el viejo: «Ahora es cuando no estoy solo, con