élites de sus países que ante las amenazas y chantajes de los extraños. Su visión de la historia es la del comercio y por esto han visto en el Islam no un mundo que despierta sino un cliente con el que hay que regatear. Su política con Rusia -pienso no sólo en los socialdemócratas como Brandt y Schmidt sino en los conservadores como Giscard- ha sido y es un gigantesco autoengaño. Lo esencial ha sido salir del paso, asegurar otro año de digestión pacífica