Las actividades de los terroristas italianos han sido, más que nada, la consecuencia de la crisis del Estado, resultado a su vez de la doble parálisis de los dos grandes partidos, la democracia cristiana y los comunistas. El gobierno gira sobre sí mismo sin avanzar porque el partido en el poder, la democracia cristiana, no tiene ya más proyecto que mantener el status quo. No gobierna o, más bien, ha reducido el arte de gobernar a un juego de manos