Texto contextualizado: |
Sus botines están al alcance de tus labios y los cubres de besos. Aunque le suplicas, admites tus faltas, sufres sus desaires, prometes enmendarte, bendices sus desdenes, entonas un mea culpa y te vuelves alfombra, tu sometimiento aviva todavía su fastidio e irritación. Su figura se muestra cada vez más hosca e inopinadamente, cuando ya desesperas, adelanta su piececito izquierdo y lo planta en tu cabeza. Sus órdenes, proferidas en voz aguda, te llevarán directamente a la |
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