. Enfila con una el corredor a una velocidad excesiva para sus pasitos y, si se cae, protesta un momento con sañudo llanto, pero vuelve al placer de empujar la silla. - ¡ Peligro, avanza el tanque! -grita el abuelo, sentado en medio del pasillo-. ¡ El capitán Brunettino arrollando al enemigo! ¡Avante! El tanque se detiene al chocar con el viejo. El capitán lanza un chillido impresionante y el viejo emprende la retirada muerto de