, pero en el acto chilla feliz y ríe sobre su trepidante cabalgadura, sobre todo cuando el viejo le sujeta por los hombros para que no se caiga. -¡Parelo, señor Roncone! ¡Está usted loco! -grita Anunziata, pero ha de resignarse un rato, a pesar de que reclama a cada momento la aspiradora. Al fin Brunettino se cansa del monótono juguete, se deja resbalar al suelo y se desplaza hacia otro objetivo. El viejo se