impide seguir argumentando... ¡ Es usted un ignorante, un despreciable ignorante! Sigue una rociada de palabras en alemán porque el bávaro no domina los improperios en italiano. En el cuello se le hinchan las venas, sus dedos se aferran a la mesa y toda su corpulencia de bebedor de cerveza se estremece de coraje. Enfrente, Buoncontoni, desordenados en aureola sus cabellos blancos, alarga el cuello y estira su pequeña estatura como un gallo de pelea. El viejo lo está