: «El viejo está cansado y, como pagó la entrada, se ha sentado ahí para aprovecharla. Así es la gente del campo.» Al rato, como no ocurre nada, el guardián se aleja. Su ausencia adensa el aire de la cripta en torno a sus tres habitantes: el viejo y la pareja. El tiempo se desliza... Quiebra ese aire un hombre joven, acercandose al viejo: - ¡ Por fin, padre! Vámonos.