Abandonando la consumición intacta y un billete de cincuenta francos al desconcertado y odioso sujeto, me precipito como un poseso a la cercana estación de taxis. LA CITA Llegarás con media hora de retraso: Agnès te aguarda vestida como en la fotografía, pero ha cubierto sus hombros gráciles con una chaquetilla de cuero, calza unos deliciosos botines blancos y empuña nerviosamente una fusta con aires de amazona precoz. Sus labios carnosos esbozan una mueca desabrida y te mira con ojos llameantes mientras te arrodillas