taburete? dices que no, que no faltaba más, y, sentado en éste, asistes a las peripecias de una mudanza cada vez más ruidosa y frenética. Al cabo de unos minutos, la pieza queda completamente vacía y, abandonando su anterior cortesía, el individuo reclama también el asiento. No tienes más remedio que incorporarte y aguardarás de pie, con torpeza y desasosiego, el momento de ser conducido ante el comisario. Pero ujier y ordenanzas afables parecen haberse