David buscó la mirada del padre para darle las gracias sin palabras, pero no pudo porque estaba inclinado otra vez sobre el periódico. En un primer impulso pensó retirarse a su cuarto sin cenar para evidenciar así su rechazo de la injusticia, su indignación ante la intromisión materna... Pero en aquel momento la madre le pedía el plato con la mano alzada, perentoria y temblorosa de ira todavía. «No importa --se dijo David--, no importa. Hay otras