--Pero tu padre es el dueño de la imprenta. Y es muy difícil luchar por una clase que está bajo nuestro control económico... Momentáneamente, el chico pareció derrotado. Pero en seguida replicó: --Mira, Julián, nadie te manda venir. Quédate en casa leyendo a esos poetas que tanto te interesan. La lucha anda por otra parte. «Viban los milicianos, Pedro Rojas... --empezó a recitar Julián con una voz un poco teatral--. Con