Se sienta, apoyando la espalda contra la cabecera. Murmura: -Veo mal... El sol... Me ciega, al salir de la umbría... Calla para ahorrar fuerzas, pero su mente prosigue, mientras el dolor va cerrando implacable tenaza en torno a su pecho. «Nada, no es nada... ¡ Qué alegría los cohetes! ¡ Cuántas chispas en el cielo! ¡ Y las trompetas, la música! ¿ Oyes ?... Vuelvo como quería: victorioso y contigo