se en una horquilla baja, desde donde poda alrededor. Vuelve a la escalera, desciende, la cambia de sitio, vuelve a subir... Al fin baja definitivamente. El joven le acoge confuso. -¡Qué vergüenza! -murmura. -Vamos, vamos, muchacho, nadie nace sabiendo... Pero menos mal que no le dieron una sierra mecánica, porque hubiera dañado todos los cortes. -Me dejaron una el primer día y la estropeé --confiesa el muchacho con