moqueta para acercar el oído a la puerta cerrada. «Creí que habías sentido algo. Tienes tanto oído como yo, pero no viene nadie por esa senda, la única para el enemigo. Esta posición es buena y aún podríamos mejorarla. David tendía a ras de tierra cordeles atados a una bomba de mano: si explotaba era que venían los tedescos. Ambrosio ideó hacerle otra salida a la gruta de Mandrane. Por ella escapamos de los lanzallamas cuando nos traicionó