a su bolsita del cuello, única explicación posible del milagro-. ¿Por qué le habéis puesto Brunettino, por qué? Le miran extrañados, mientras el niño suelta una risita. Renato lo interpreta mal y se disculpa: -Perdone, padre; ya sé que al primero se le pone siempre el nombre del abuelo y yo quería Salvatore, como usted; pero Andrea tuvo la idea y se empeñó el padrino, mi compañero Renzo, porque Bruno es más firme,