le negro en el que había escapado a nuestro seguimiento la mal llamada fregona. El funcionario en cuestión se mostró reticente en un principio, bien por estar pasando una crisis de conciencia, bien temeroso del rigor con que las nuevas autoridades municipales abordaban su gestión, bien por otras razones de idéntico peso, hasta que la Emilia le recordó cierto fin de semana en Baqueira-Beret, al conjuro de lo cual depuso su probidad el chupatintas y prometió telefonear en cuanto hubiera consultado los archivos pertinentes