Así es cómo, más tarde, sube en el encajonado ascensor con su ramo en la mano, siempre receloso de que esa caja se atasque en su chimenea... Previamente ha llamado desde el portal y ella le ha invitado a subir. Le espera en el descansillo del ático. Como siempre: limpia, sencilla, animosa. Y, además, acogiendole ahora con asombrado júbilo: -Pero ¿ qué ha hecho usted? ¿Cómo se le ha ocurrido ? Pase,