de malavitoso... Además, ¿ por qué no ha dicho ella "mi Tomasso"?... Pero no pensaré mal; por lo menos hizo la guerra en el mar, fue un compañero.» La lluvia continúa y ella le invita a almorzar con tanta naturalidad que es imposible negarse, aparte de que el viejo ni lo piensa. De todos modos ya sería tarde, pues la mujer ha pedido el número y se apresura a telefonear que el señor Roncone no irá