don Muscle, no se haga mala sangre. --Sueña el rey que es rey... y tan alta vida espero... Me parece que esta vez va en serio --dijo cerrando los ojos. Le propiné varias bofetadas, pero no reaccionó, de modo que lo dejé acostado, abandoné el apartamento, bajé las escaleras de puntillas y salí a la calle tras asegurarme de que no había nadie al acecho. Pegadito a los muros llegué a una avenida que amenizaba el constante