yo le diga. Tengo un plan. --Cielos --exclamó el escaldado profesor. Transcurrió un rato, al término del cual se abrió la compuerta de metal y alguien arrojó un fardo al suelo del gabinete. Antes de que pudiésemos reaccionar, la compuerta se cerró de nuevo. Corrimos hacia el fardo y vimos que se trataba de María Pandora, envuelta en el edredón de la Emilia que, a esas alturas, estaba ya que daba pena verlo. --Hija mía